DISFRUTEN DE UN NUEVO PETTORUTI

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31 de mayo de 2012

MAS DE 700MIL DOLARES EN CHRISTIES POR UN PETTORUTI (*)


En la actualidad, cuando Emilio Pettoruti aparece en las noticias de primera plana, es por la venta de alguna de sus obras. Si fuera por alguna exposición, por una disertación o conferencia o muestra, ocuparía un cuadradito pequeño en la sección espectáculos. Además ya ningún crítico se anima a denostar su obra como cuando aún vivía.
Cuando alguna de sus obras se vende en París o New York, los rematadores se encargan muy bien de buscar posibles interesados, todos ellos de muy buen nivel adquisitivo.
También se encargan de quedarse con un interesante porcentaje del remate.

Es allí cuando la gente pregunta, ché, no tenes algún cuadro de Emilio?
Y, por supuesto, que a la pregunta sigue (sin aguardar la respuesta) “….vendelo y te salvás!…”.

Entiendo a la gente. Está muy mal.
Pero les aclaro que si tuviera algún cuadro, no lo vendería. Y no lo vendería no porque sea un conocedor del arte abstracto o un amante de la plástica. Simplemente no lo vendería por afecto.
Ese afecto que viene de familia. Del mismo modo que mis padres no se deshicieron del triciclo de mi infancia, ni siquiera de mis pésimas composiciones de la primaria. Y  por favor, esta comparación no debe  interpretarse peyorativamente en contra de Emilio.

En el mundo del arte, pareciera que cada pintor vale por el precio de venta de sus cuadros, pero eso es un invento del comercio. De las compañías de seguros. De los rematadores. De las grandes galerías internacionales.  Es una irrealidad creada para valorar en pesos algo que es invalorable.

Además la prueba mas contundente de todo ello es la vida austera y sencilla que han tenido la mayoría de los artistas plásticos, quienes en vida, apenas han podido pagar la pensión donde vivían.

Entiendo que  el mundo actual valore a los artistas plásticos por el valor de reventa de sus cuadros, pero hay millones y millones de personas en todo el mundo que todos los días se maravillan frente a alguna obra, sin necesidad de comprarla. Los que gastan fortunas en obras de arte son muchísimos menos, apenas un puñado, y simplemente son inversores.
Que mundo raro!


*por Juan J.Pettoruti